Las comunidades energéticas son grupos de ciudadanos, empresas, entidades locales o cualquier otro actor que se asocian voluntariamente para generar, consumir, almacenar o comercializar energía renovable de forma colectiva y local. Más allá de las soluciones convencionales, las denominadas soluciones basadas en la naturaleza permitirán optimizar los costes de producción y gestión de estas comunidades y ampliar el alcance de su impacto económico, social y medioambiental.
Los sistemas complejos se caracterizan, entre otras cosas, por formar un conjunto integrado de sistemas, en el que todos conviven en un equilibrio dinámico. En estos sistemas, todas las partes están conectadas, y mantienen un intercambio continuo de información, materia y energía. Otra característica es la gestión distribuida entre todos sus elementos, que hacen que frente a la gestión vertical o jerárquica característica en la mayoría de los sistemas generados artificialmente, se mantengan por sí mismos, siempre en un punto de equilibro dinámico.
¿Qué tiene que ver la gestión en la producción de energía con un sistema complejo? Si ponemos como escenario una región o una determinada comarca, no nos cabe duda, que el sistema económico que lo domina está imbricado con el sistema social al que acoge, así como con su tejido tecnológico-industrial, y todo ello juntamente con sus características orográficas, recursos naturales y, finalmente el desarrollo de infraestructuras. Todos, diferentes aspectos de la misma realidad del sistema complejo que caracteriza a la comarca observada.
Jeremy Riftkin, en su libro “La Tercera Revolución Industrial”, enlaza conceptos económicos, sociológicos y técnicos para enfocar un relato en el que las energías renovables, las comunicaciones de internet y la conversión de edificios en micro centrales energéticas, ¿crearán un poder lateral, orgánico, con capacidad de impacto regulador en los sistemas locales?
En este contexto, las comunidades energéticas se construyen contemplando el autoconsumo energético local, es decir producción energética creada en el mismo sitio que se consume, aunque esta producción pueda ser para uso individual o colectivo. A esta idea se le ha concedido una identidad jurídica, formada por socios, que de forma cooperativa pueden establecer unos objetivos para la obtención de energía, que puede ser para el consumo de la propia cooperativa, o para terceros.
Estos son los principales beneficios y ventajas de las comunidades energéticas tanto para sus miembros como para la sociedad en general:
- Permiten un acceso fácil a recursos locales de energía renovable y otros servicios energéticos o de movilidad.
- Fomentan el ahorro y la eficiencia energética, al optimizar el uso de los recursos disponibles y evitar las pérdidas en el transporte y la distribución.
- Reducen la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático.
- Generan empleo y riqueza local, y una mayor cohesión social al impulsar la actividad económica y el desarrollo rural en los territorios donde se implantan.
- Mejoran la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos, al ofrecerles un mayor control sobre su consumo y factura energética, y al facilitar el acceso a la energía a los colectivos más vulnerables.
- Refuerzan la cohesión social y la participación ciudadana, al crear espacios de colaboración, solidaridad y educación ambiental entre los miembros de la comunidad y el entorno.
- Posibilitan un mayor control de los usuarios y mayor responsabilidad para la auto provisión de sus necesidades energéticas.
- Incrementan las oportunidades de inversión para ciudadanos e inversiones locales.
- Permiten una mayor integración de energías renovables en el sistema global a través de la gestión de la demanda.
Aunque en España, cada vez más, se están creando comunidades energéticas, a lo largo y ancho de la geográfica, cabe mencionar la comunidad “Vauban” de Friburgo en Alemania. En esta población de cerca de 230.000 habitantes, según datos oficiales, han reducido en un 20% desde la década de 1990, la generación de CO2, y se aspira a disminuirlo un 50% en 2030. Así mismo, Friburgo es una ciudad rica, que cuenta con un PIB per cápita que es alrededor de un 10% superior al promedio europeo.
Por tanto, ¿son las comunidades energéticas favorecedoras de la gestión y desarrollo orgánico, y sobre todo sostenible de aquellos sistemas locales y regionales en los que se encuentran?
Para intentar responder a la pregunta, se hace necesario introducir el concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN). Los sistemas complejos tienden a gestionarse mediante relaciones transversales de elementos autónomos y distribuidos. Por otra parte, los sistemas complejos en la naturaleza tienden, de esta forma, a alcanzar un punto de equilibrio dinámico que mantienen siempre de forma eficiente, adaptándose de forma natural a todas sus posibles evoluciones.
Entonces, las SbN se pueden considerar como un concepto “herramienta” que incluye una serie de enfoques diferentes, todos ellos basados en la adaptación natural de los ecosistemas. Estos enfoques que nacen de distintas disciplinas comparten un mismo interés en utilizar las funciones de los ecosistemas para resolver los problemas a los que nos enfrentamos, como por ejemplo en el caso de este artículo: la producción, gestión y consumo energético en áreas más o menos extensas, reduciendo la emisión de CO2 frente a las soluciones convencionales, así como ayudando al progreso económico y social, dentro de un marco sostenible y de evolución naturalmente controlado.
Las comunidades energéticas están demostrando ser una poderosa herramienta para el cambio, impulsan la transición hacia fuentes de energía renovables y prácticas sostenibles a nivel local, así como global. A través del fomento de la economía local, el ahorro en costos energéticos y la promoción de la resiliencia comunitaria, estas comunidades están generando nuevos estándares para la gestión y consumo de energía.
Este modelo transversal y distribuido no solo mejora la sostenibilidad y eficiencia energética, sino que también fortalece el tejido social y económico de las comunidades.
El objetivo principal de una comunidad energética es ofrecer unos beneficios energéticos, de los que se derivarán posteriormente unos beneficios medioambientales, económicos y sociales en el entorno en el que operan.
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